Tras el éxito del envejecimiento oficial del Teufelcillo, regresé al pueblo extenuado, pero el descanso, como se podrán imaginar, no estaba programado en ninguna de las agendas del lugar. Nuestra querida españolita ex-residente, de las que llegó con el parto de la abuela, nos tenía preparado un delicioso arroz con pato, o patos, para comer el domingo; todo un manjar, contundente pero exquisito.
La pobre -aunque de pobre no tiene nada- se había pegado 4 días cociendo patos, y otros cuatro días ventilando la casa de 7 a 11am, por real decreto de su alquilador. Ni uno, ni dos, ni tres, sino cuatro patos tuvo que introducir en una olla exprés -uno detrás de otro- junto con un chorizo y un trozo de bacón para conseguir el grasiento, pero sabroso caldo necesario para cocer el arroz. ¡Todo un éxito! Como todas las veladas que tienen lugar en el jardín de mi 1/3 de villa, la noche terminaría con una oración conjunta a San Mojito y unos bailes en honor de la Virgen de Triana. ¡Olé!
Ya ven, de fiesta en fiesta, y aquí no existe la siesta.
Viva el arroz con pato, o patos. |
Cuando la gente abandona la fiesta, me encanta disfrutar de esta vista de mi villa iluminada. |
Menú de la velada:
Cocktail de bienvenida: Ibéricos, queso manchego, langostinos cocidos, espárragos cojonudos y ensalada de sandía y menta (éste último ingrediente, ya saben ustedes que prolifera en mi hogar).
Vinos y cavas: Viña Costeira 2012 y Anna de Codorniu.
Cena de gala: Paella valenciana cocinada por el homenajeado, que para algo es el mejor cocinero del mundo.
Postre: Tarta de Santiago (obra artítisca de españolita residente) y tarta de fresas.
Vinos: Ramón Bilbao 2010
Colofón: Ya saben, la oración y los bailes a San Mojito y a la Virgen de Triana ¡olé!
Se pueden imaginar la cara de asombro de los colegas alemanes... y del homenajeado, que a duras penas contenía la emoción. ¡Cuántos momentos!
Cocktail de bienvenida: Sólo faltaban los camareros... |
Cena de gala: La decoración fue obra y gracia de la españolita ex-residente |
Mi querida españolita ex-residente (la de los patos) y uno selbst, nos plantamos en mi restaurante japonés favorito sito en una callejuela perdida de Erfurt. Como si estuviéramos en Japón, para que se hagan una idea.
Lo primero que nos encontramos nada más llegar fue a mi pareja favorita de abuelillos japoneses. Ella con su sonrisa permanente, aunque no entiende ni papa de alemán, y él, raqueta de playa en mano, electrocutando, tal cual, a un avispón que merodeaba por nuestra mesa. "Descojone" generalizado, aunque realmente estábamos dos en el restaurante; bueno, con los abuelillos nipones cuatro...
- Mmmmmmm, mmmmmmm... ahhhhhh, que pica muchooooo!- y yo con la copa de vino en la mano pensando - si le doy vino, la remato seguro; venga mejor voy a soplar un poco...-. Cuando por fin pasó el sufrimiento va y me dice -oye, pero estaba exquisito, pa' chula yo...!-.
Me imagino a los abuelillos nipones observando alucinados, detrás de la cortina de la cocina, el espectáculo sonoro de carcajadas.
Abandonamos Japón y decidimos mezclarnos con la sociedad nocturna y glamourosa de Erfurt. Al poco rato, aparecen unos amigos -alemán y venezolana ellos- que están a punto de ser papás. Él, ni quiere saber el sexo del bebé, ni desvelar el nombre planeado, pero a mi querida españolita no se le ocurre otra cosa que bautizarlo en directo.
- Si nace a principio de Octubre, nosotros en mi ciudad celebramos el 12 de Octubre el día de la Hispanidad, así que podéis llamar al niño.... Colón!-
¡Yo alucinaba en colores! La futura mamá, recuerden, originaria de Venezuela, ponía cara de -sí, algo me suena la historia-. Y luego me confiensa mi querida españolita:
-Uy, Colón, que nombre más feo le he puesto, pero es que en el momento no me salía el de Cristóbal-.
Venga, otra vez lagrimando de la risa. ¡Ay! ¡qué momentazo!
La noche fue avanzado entre risas y atropellos de conversación. Pasadas unas horas, la plaza, que previamente había sido todo ebullición y alboroto, quedó vacía, pero estos dos españolitos seguían hablando como si no hubiera un mañana; que lo había y, de hecho, ya había llegado. De repente, una amable camarera se nos aproximó y nos dijo amablemente:
-Wir wollen Feierabend- (Nos gutaría poder disfrutar del resto de la noche). Eran las 2am y nos estaban invitando a irnos. Abándonamos el lugar muertos de la risa.
Aún hubo tiempo para recenar en el Burger King, donde unos borrachos se tiraban bandejas voladoras. Y ahí estábamos nosotros observando el espectáculo y bebiendo el agua más cara del mundo. El viaje de vuelta no estuvo falto de anécdotas (-Quién ha puesto ese túnel ahí?-) pero por no hacer el post interminable lo dejaré aquí...
Ya ven, cierro este segundo año de expatriación en mi querido pueblecillo de Alemania...del Este, agotado, pero cargado de positividad. ¡Menudo año!
Ahora toca descansar, y descansar de verdad, con mi familia y en mi tierra. Y aunque creo que me va a tocar hacer de socorrista de mis sobrinas, estoy deseando estrenar mi bañador nuevo.
A ustedes, mis queridos lectores surrealistas, gracias por haber estado ahí durante todo este año, y ya saben, en la medida de lo posible, no olviden reírse de todo...
FELIZ VERANO! (yo me voy con la banda sonora puesta)
Gracias a ti por compartir tus historias.
ResponderEliminarAhora me quedo con unas ganas locas de sushi!!! eso sí, me voy más feliz que una perdiz con la banda sonora, viva Mika!!!
VIVA! Y 3 HURRAS POR EL SUSHI...
EliminarFeliz verano también para ti. Echaremos de menos tus historias hasta tu regreso. A ver si hay suerte y nos encontramos algún día por aquí y recordamos viejos tiempos. Disfruta de tus merecidas vacaciones.
ResponderEliminarFeliz verano también para ti. Echaremos de menos tus historias hasta tu regreso. A ver si hay suerte y nos encontramos algún día por aquí y recordamos viejos tiempos. Disfruta de tus merecidas vacaciones.
ResponderEliminarGracias... ya no me acordaba del calor que hace por estas tierras, pero lo estoy disfrutando mucho!! Un beso
Eliminar