Pues resulta que el otro día, mientras subía de la zona de calderas, trasteros y lavadoras de mi querida villa de residencia, de repente, un crujido hizo que un escalofrío recorriera mi tersa piel, de cabo a rabo; y no el que ustedes se imaginan.
Entrada a las profundidades de la zona de calderas |
Zona "Keller" o de trasteros. |
Ya ven, a esta elaborada reflexión llegué una vez evaporado el escalofrío corporal.
Y es que, pese a tanta hiperactividad social y estrés laboral juntos, de repente, mi mente se paró a reflexionar sobre el hecho de estar solo en mi pedazo de villa. Recuerden que ha sido la semana blanca en Alemania -aunque este año no hemos tenido nieve-, los colegios han estado cerrados a cal y canto, y todas las familias desaparecidas en distintos puntos alpinos.
Pues sí, un simple crujido hizo que este españolito recuperara la noción del tiempo, digo, del miedo.
Una vez recuperada la noción -la que fuese- retomé el camino de subida a mi casa, sin prisa, pero sin pausa. Tampoco se vayan a imaginar ustedes ahora que subí las escaleras corriendo, y que cerré precipitadamente la puerta tras de mi, con los pulmones en la laringe; porque no, no fue así.
Subí la escalera pausadamente, mientras cada escalón de madera noble crujía más que el anterior. Nunca antes le había prestado atención a la escalera -mi mente que estaría en otras cosas-.
Eso sí, mientras subía, reconozco que mi cabeza decidió girarse espontáneamente un par de veces -1, 2, 3 chocolate inglés a la pared-, me imagino que para asegurarse de la ausencia de seres inertes arrugados.
Una vez a salvo -vamos, en mi piso- decidí volver a bajar. Sí, como lo oyen. Mi valentía me hizo deshacer el crujiente camino de subida, para bajar y cerrar con llave la puerta de la villa.
Puerta de entrada a la villa. Una capita de vitamina C, digo, de barniz no le vendría mal. |
¡Era la primera vez, en estos casi 3 años de expatriación, que este españolito cerraba con llave la puerta de la villa!
Recuperada la compostura, es decir repantigado en mi esponjoso sofá, de repente llaman al portal. Se podrán imaginar ustedes, que en un pueblucho como éste, el que suene el timbre de la puerta es un hecho aislado y paranormal.
"El espíritu de 1907 que ha venido a saludarme". Pensé.
Pues no, era la vecina abuelilla que venía a devolverme unos pantalones. Días atrás, unos de mis pantalones favoritos había sufrido un pequeño desgarrón -nada, un agujero de dos palmos- y como uno no sabe mucho de corte y confección, hubo que pedir ayuda.
Al darse cuenta que había cerrado con llave la villa, se
- "¿Hast du Angst?" (¿Tienes miedo?)
Y yo:
- "No, no, ¡para nada! Mira, que me ha dado por ahí...".
No sé cómo se traduce al alemán esta espontánea y evasiva frase que le solté... vamos, que seguro que le contesté algo ininteligible.
Nos besamos y abrazamos. Los abuelillos también se iban de vacaciones blancas de Febrero, y nada, volví a cerrar la villa con llave -en plan despacio para que la abuelilla no lo oyera-, y a recuperar el contacto corporal con mi sofá, quedándome solo, esta vez sí, en la villa y en la calle entera.
De verdad, menos mal que este fin de semana regresan todos. Para entonces, seguro que el espíritu de 1907 ha abandonado el hogar, y la escalera más que crujir, retumba de nuevo ante los saltos precipitados de la "kleine Ratte".
¿No será que este españolito ha nacido para estar solo, pero rodeado de gente?
Ahi esta el quiz de ltodo. En tu ultima pregunta. Y tu familia numerosa favorita en Austria. Un besazo desde Zaragoza
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