Lo cierto es que me he pegado una semana entera de reposo deportivo y atiborrándome a frutas. Casualmente, de un tiempo a esta parte, la mesa de mi cocina luce un fabuloso centro de frutas que, como no podía ser de otra forma, tiene su historia particular. Y les cuento:
Resulta que, entre trabajo, deporte y sociales, el hogar de este españolito era un caos. Uno ya no sacaba tiempo, ni fuerzas, para ordenar lo más mínimo su 1/3 de villa; ni ordenar, ni limpiar... ni viceversa. Pues bien, un buen día de Enero -me imagino que sería un sábado, porque estos asuntos consiguen captar la atención de mi neurona el fin de semana- amanecí y me dí cuenta de la necesidad urgente de incorporar a mi hogar a una Miss Proper.
Ya saben, una moza teutona, lozana y rebosante de energía que me ayudara con las tareas del hogar. Pues al final, ni moza, ni lozana... ni viceversa; eso sí, teutona. ¿Y a qué no saben quién es? Genau (exacto).
La abuelilla: vecina de enfrente, perteneciente al G7 de la comuna vecinal y que, "casualmente", también limpia en el 1/3 de villa de mi querida "Königin von oben" (mi vecina de arriba). Si es que todo queda en casa. Pero oigan, la necesidad apremiaba y acepté sin rechistar.
Un buen día de no me acuerdo qué semana, regresé al hogar y me encontré, por fin, la casa relimpia.
-¡Qué gozada!- pensé.
Ahora, eso sí, estaba todo cambiado de lugar. A los pocos minutos apareció ella, la abuelilla creativa, toda exultante, para explicarme las novedades del hogar.
-¡Pero si yo sólo quería alguien que me limpiara la casa!-
Pues nada, que sepan que, además de una serie ilimitada de nuevos productos de limpieza -los que tenía parece que no le valían-, ahora poseo también una nueva fregona con poderes centrifugadores.
-Todo sea por la ergonomía y felicidad del trabajador- volví a pensar. Y menos mal que mi histórico aspirador es telescópico y, por arte de magia, el mango se alargó... Algo que descubrí cuando estaba a punto de ir a comprar uno nuevo.
Pero lo más importante de todo fue aprender cómo tratar a un frigorífico. Y es que las temperaturas del mismo van de menos a más conforme vamos subiendo de estantería. Y sí, lo han adivinado, ya tengo todos los alimentos reorganizados por temperaturas.
Todo esto, imagínense a la abuelilla creativa explicándomelo al detalle, como si mi vida dependiera de ello. Uno la escuchaba con disimulada atención -por no romper la magia del momento-, pero mi subconsciente, de verdad, iba por libre:
- ¿Por qué? ¿Por qué a mi? ¡Si a mi me da absolutamente igual la disposición interna de un frigorífico!
Pues nada, yogures arriba, verduras abajo, y carnes a media altura... O por lo menos, así será los días que venga la abuelilla creativa.
Pero, aquí no termina todo. Giro la cabeza y me encuentro un precioso centro de frutas en medio de la mesa. Resulta que la fruta, ¡obviamente!, no se guarda en el frigorífico.
- Ach so!!- (onomatopeya alemana). Es todo lo que pude decir.
Pues nada, que a la abuelilla creativa le había dado por elaborar un precioso centro de mesa con toda la fruta que se encontró en el frigorífico. Básicamente, naranjas y limas; más de las últimas que de las primeras... Ya saben ustedes porqué, aunque reconozco que últimamente me he vuelto más devoto de Santa Chirimoya; esto es, Gintonic con arándanos o frambuesas...
Y, sinceramente, creo que el centro de frutas ha sido clave para levantar la moral de mi no-muy-numeroso ejército de leucocitos y salir victorioso de la contienda.
He aquí mi centro deco-curativo. |
Así que hoy mismo sin falta, ya sin invasores externos
Vamos, ¡¡¡que me voy a correr!!!
¡Nos vemos el 9 de Marzo en Frankfurt!
Mañana mismo reorganizo mi nevera :)
ResponderEliminarBonito y sano bodegon
ResponderEliminar