* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

viernes, 26 de julio de 2013

FELIZ VERANO!

Desde luego que este mes de Julio ha sido de antología, y es que, les seré sincero, un tsunami de diversión ha pasado por este pueblecillo de Alemania... del Este. Hay personas que tienen algo especial, a veces previsibles, otras veces desquiciantes, pero siempre adorables, así que en honor de esas personas, va el post de esta semana.

Tras el éxito del envejecimiento oficial del Teufelcillo, regresé al pueblo extenuado, pero el descanso, como se podrán imaginar, no estaba programado en ninguna de las agendas del lugar. Nuestra querida españolita ex-residente, de las que llegó con el parto de la abuela, nos tenía preparado un delicioso arroz con pato, o patos, para comer el domingo; todo un manjar, contundente pero exquisito.

La pobre -aunque de pobre no tiene nada- se había pegado 4 días cociendo patos, y otros cuatro días ventilando la casa de 7 a 11am, por real decreto de su alquilador. Ni uno, ni dos, ni tres, sino cuatro patos tuvo que introducir en una olla exprés -uno detrás de otro- junto con un chorizo y un trozo de bacón para conseguir el grasiento, pero sabroso caldo necesario para cocer el arroz. ¡Todo un éxito! Como todas las veladas que tienen lugar en el jardín de mi 1/3 de villa, la noche terminaría con una oración conjunta a San Mojito y unos bailes en honor de la Virgen de Triana. ¡Olé!

Ya ven, de fiesta en fiesta, y aquí no existe la siesta.

Viva el arroz con pato, o patos.
Cuando la gente abandona la fiesta, me encanta disfrutar de esta vista de mi villa iluminada.

A los pocos días, íbamos a transformar el Par-4 de mi 1/3 de villa, en una especie de jardín de bodas para organizarle una 'Tschüss-party' (fiesta de despedida) a un compañero del trabajo -el mejor cocinero del mundo- que, después de un año compartiendo vivencias en este pueblecillo de Alemania... del Este, abandona definitivamente el lugar; triste, pero contento por todo lo vivido.

Menú de la velada:

Cocktail de bienvenida: Ibéricos, queso manchego, langostinos cocidos, espárragos cojonudos y ensalada de sandía y menta (éste último ingrediente, ya saben ustedes que prolifera en mi hogar).
Vinos y cavas: Viña Costeira 2012 y Anna de Codorniu.

Cena de gala: Paella valenciana cocinada por el homenajeado, que para algo es el mejor cocinero del mundo.
Postre: Tarta de Santiago (obra artítisca de españolita residente) y tarta de fresas.
Vinos: Ramón Bilbao 2010

Colofón: Ya saben, la oración y los bailes a San Mojito y a la Virgen de Triana ¡olé!

Se pueden imaginar la cara de asombro de los colegas alemanes... y del homenajeado, que a duras penas contenía la emoción. ¡Cuántos momentos!

Cocktail de bienvenida: Sólo faltaban los camareros...
Cena de gala: La decoración fue obra y gracia de la españolita ex-residente
Y cuando uno pensaba que ya no podía más, y que iba a caer rendido a la extenuación, una de las veladas más divertida en mucho tiempo iba a llegar de manera inesperada y casi en el tiempo de descuento.

Mi querida españolita ex-residente (la de los patos) y uno selbst, nos plantamos en  mi restaurante japonés favorito sito en una callejuela perdida de Erfurt. Como si estuviéramos en Japón, para que se hagan una idea.

Lo primero que nos encontramos nada más llegar fue a mi pareja favorita de abuelillos japoneses. Ella con su sonrisa permanente, aunque no entiende ni papa de alemán, y él, raqueta de playa en mano, electrocutando, tal cual, a un avispón que merodeaba por nuestra mesa. "Descojone" generalizado, aunque realmente estábamos dos en el restaurante; bueno, con los abuelillos nipones cuatro...

Superado el susto, una espectacular bandeja de sushi nos iba a mantener entretenidos durante las próximas horas. Nunca olvidaré ese momento en el cual mi querida españolita casi muere ahogada al zamparse uno de los sushis. Yo acababa de probar el mismo y no había sufrido ninguna extraña reacción. Al rato, nos damos cuenta que la montaña de wasabi había desaparecido por completo de la bandeja como por arte de magia. ¿Se imaginan quién se la había tragado accidentalmente?. Les reproduzco la situación:

- Mmmmmmm, mmmmmmm... ahhhhhh, que pica muchooooo!- y yo con la copa de vino en la mano pensando - si le doy vino, la remato seguro; venga mejor voy a soplar un poco...-. Cuando por fin pasó el sufrimiento va y me dice -oye, pero estaba exquisito, pa' chula yo...!-.  

Me imagino a los abuelillos nipones observando alucinados, detrás de la cortina de la cocina, el espectáculo sonoro de carcajadas.


Abandonamos Japón y decidimos mezclarnos con la sociedad nocturna y glamourosa de Erfurt. Al poco rato, aparecen unos amigos -alemán y venezolana ellos- que están a punto de ser papás. Él, ni quiere saber el sexo del bebé, ni desvelar el nombre planeado, pero a mi querida españolita no se le ocurre otra cosa que bautizarlo en directo.

- Si nace a principio de Octubre, nosotros en mi ciudad celebramos el 12 de Octubre el día de la Hispanidad, así que podéis llamar al niño.... Colón!-

¡Yo alucinaba en colores! La futura mamá, recuerden, originaria de Venezuela, ponía cara de -sí, algo me suena la historia-. Y luego me confiensa mi querida españolita:

-Uy, Colón, que nombre más feo le he puesto, pero es que en el momento no me salía el de Cristóbal-.

Venga, otra vez lagrimando de la risa. ¡Ay! ¡qué momentazo!

La noche fue avanzado entre risas y atropellos de conversación. Pasadas unas horas, la plaza, que previamente había sido todo ebullición y alboroto, quedó vacía, pero estos dos españolitos seguían hablando como si no hubiera un mañana; que lo había y, de hecho, ya había llegado. De repente, una amable camarera se nos aproximó y nos dijo amablemente:

-Wir wollen Feierabend- (Nos gutaría poder disfrutar del resto de la noche). Eran las 2am y nos estaban invitando a irnos. Abándonamos el lugar muertos de la risa.

Aún hubo tiempo para recenar en el Burger King, donde unos borrachos se tiraban bandejas voladoras. Y ahí estábamos nosotros observando el espectáculo y bebiendo el agua más cara del mundo. El viaje de vuelta no estuvo falto de anécdotas (-Quién ha puesto ese túnel ahí?-) pero por no hacer el post interminable lo dejaré aquí...

Ya ven, cierro este segundo año de expatriación en mi querido pueblecillo de Alemania...del Este, agotado, pero cargado de positividad. ¡Menudo año!

Ahora toca descansar, y descansar de verdad, con mi familia y en mi tierra. Y aunque creo que me va a tocar hacer de socorrista de mis sobrinas, estoy deseando estrenar mi bañador nuevo.

A ustedes, mis queridos lectores surrealistas, gracias por haber estado ahí durante todo este año, y ya saben, en la medida de lo posible, no olviden reírse de todo...

FELIZ VERANO! (yo me voy con la banda sonora puesta)

domingo, 21 de julio de 2013

Teufelcillo's birthday

Créanme, necesito urgentemente unas vacaciones. La hiperactividad social de este último mes de Julio -anda que no ha dado de sí el parto de la abuela- junto con los últimos acontecimientos laborales, me han dejado sumido en un estado total de "cerrado por vacaciones". Y aunque agotado, que conste en acta, o por lo menos en este surrelista blog, que lo seguimos pasando pipa.

Ante semejante atasco de acontecimientos, esta semana el jurado no lo ha tenido fácil en la elección del tema que pase a la posteridad del blog. Al final, como la cabra siempre tira pa'l monte, y el Teufelcillo es uno de los personajes favoritos del blog, he decidido unánimemente recuperar la celebración de copetín que tuvo lugar el fin de semana pasado en su honor. La fiesta tuvo denominación de origen propia: Cava en el jacuzzi.

Pues sí, mis queridos lectores surreliastas, nos pegamos toda la tarde-noche sumergidos hasta el cuello en un super jacuzzi, bebiendo burbujitas independentistas catalanas, e incluso alguna que otra vez, accidentalmente, mezclándolas con las propias del jacuzzi. Pero vayamos por partes:

Mi llegada a la fiesta digamos que fue muy previsible. Ya saben, invadido como estoy últimamente por fuerzas externas de saturación mentales y físicas, aterrizaba en casa del Teufelcillo y de Pedro, sinceramente, con pocas o nulas ganas de fiesta, y pensando para mi selbst:

- Venga, ahora a ser majo y a hablar con todo el mundo-.

Tras un primer saludo general ondeando la mano al viento, empecé a repartir a los presentes los típicos cromos de:

- Hola, yo soy Fulanito ... ¿y tu?, Menganito. Ah! fenomenal, encantado de conocerte...-.

Terminada la ronda de saludos iniciales, pocos nombres decidieron quedarse en el disco duro de mi memoria y pensé una vez más para mi selbst.

-¡Vaya fracaso de ronda!, pero bueno, da igual, a improvisar....- 

Me encantan esos momentos de riesgo máximo, en los que uno decide deslizar por su boca un nombre a toda velocidad, a ver si hay suerte, y no la hay. En fin...

Al poco rato -nada, veinte minutos- copa de cava en la mano y Teufelcillo y Pedro alrededor, ya había sufrido una selbst-transformación y estaba totalmente integrado en el ambiente lúdico-festivo que la ocasión merecía. Vivan las transformaciones multipolares de personalidad.

De repente, iba a tener lugar uno de los momentos cumbres de la velada. De la nada, apareció un precioso Opel ADAM -oigan, que me encantó el cochecito- y se produjo una auténtica explosión de júbilo por parte del Teufelcillo y de su hermana, el Angelillo, que hizo que el resto de invitados entráramos en un estado de alegría solidaria contagiosa. Pasado el efecto efervescente, todos de vuelta al jacuzzi.


Un caramelo con motor

Tras horas de confraternización entre burbujas, alguien tenía que hacer la paella con 'conecho' y, claro, por lugar de procedencia, le tocó al españolito que les escribe.

¡Qué estrés por Dioniso! Veinte personas esperando ser alimentados con la típica paella española hecha por un españolito de verdad y, oigan, que casi se nos quema... Uno pensaba que era capaz de cocinar paellas con el piloto automático, pero esta vez la cosa se complicó, y es que cocinar para veinte personas en una paellera de tamaño inferior, resultó ser todo un desafío.

Ya me ven sacando el pollo y el 'conecho' de la paellera, una vez frito, para hacerle hueco al arroz (¡3kg!) y luego como buenamente se pudo, mezclándolo todo bien, para que pareciera una paella de verdad. Los langostinos todos arriba ordenaditos, que es lo que más luce, arquitectura limonera y ¡olé!


El monumento cítrico central no sé muy bien qué representa... La libertad

Al final, para alivio de uno selbst, la paella salió rica y todo el mundo quedó satisfecho. Ya saben de mi secreto de abrir un buen vino blanco antes de empezar a cocinar. En esta ocasión la norma se cumplió a rajatabla, incluso diría yo que en exceso porque, de verdad, mi amable ayudante de cocina y yo casi la líamos parda...

Este vino francés me encantó

La cena la acompañamos con un vino tinto francés espectacular y después... ¿dónde acabamos todos?. Pues sí, en el jacuzzi, claro. Ahí estábamos todos, chicken y shrimps, de nuevo a remojo. Una noche de auténtica diversión.

Entrada la madrugada, uno cogió sus bártulos y se dirigió al hotel a la vuelta de la esquina. Fueron los típicos 500 metros que te dan para andar en línea más o menos recta y reflexionar sobre toda tu vida. Son ya casi dos años viviendo en este pueblecillo de Alemania... del Este y, aunque soy de los que piensa que las cosas hay que disfrutarlas al máximo, tal cual llegan, y sin detenerse a pensarlas demasiado, reconozco que la digestión de mi acelerada y surrealista vida, a veces no resulta fácil del todo.

En cualquier caso, 500 metros tampoco dieron para mucho y llegué al hotel tan agotado que caí sumido fulminantemente en un profundo y regenerador sueño. Al día siguiente, sólo me acordaba de las risas compartidas con los dueños de los nombres que al final de la noche, sí, quedaron grabados en el disco duro de mi memoria. ¡Todo un logro!

Teufelcillo, que cumplas muchos años más, rodeada de los tuyos y con la misma alegría y juventud de siempre... ah! y yo que los vea, aquí o dónde sea.

Y a ustedes, mis queridos lectores surrealistas, aunque estoy con el depósito en la reserva, y para colmo de males, sin crema facial extra C vitaminada, les intentaré resumir lo acontecido en los últimos diez días -porque no tiene desperdicio- antes de colgar el viernes que viene, esta vez sí, el cartel de cerrado por vacaciones.

Como adelanto, les dejo la banda sonora.

¡Que alguien me ate a la silla!


domingo, 14 de julio de 2013

Turandot

Aunque últimamente me faltan horas en el día, antes de cerrar la semana quiero culminar una historia que tenía pendiente de publicar, y que les aseguro que no olvidarán en las próximas 'mil y una noches':

"...En Pekín, en tiempos de María Castaña (la leyenda no ubica la siguiente historia en ninguna época determinada), paseaba una gorda princesa china, borde como ella sola, y de nombre Turandot. Mientras se zampaba un rollito de primavera, decidió proclamar a los cuatro vientos del Este que sólo se casaría con aquel pretendiente que, siendo digno de ella, consiguiera superar sus tres pruebas. El que fracasara en el intento, moriría. Para que andarnos con tonterías...

Por lo visto, su abuela murió abandonada y violada a manos de su prometido y este hecho marcó de por 'Leben' a nuestra protagonista de hoy. 

Empezaron a llegar pretendientes de todos los reinos y, tal cual llegaban, empezaban a caer como moscas. El primer decapitado fue un apuesto príncipe persa con un cabezón como los de las fiestas del Pilar. ¡Qué rueden las cabezas! La piedad no existía en el vocabulario de la gorda y borde princesa china; ahora, eso sí, seguro que era capaz de engullirse cuatro patos al día.

De repente, un desconocido no muy apuesto, y procedente de no sé qué reino, quedó cegado por la belleza de la princesa -viva la subjetividad de los sentidos- y decidió apuntarse al sangriento jueguecito.

Su progenitor, un ex-rey de alguna tierra asiática, desterrado y enfermo tras su última derrota campal, aparece en manos de su linda esclava Liu, desaconsejando a su hijo participar en semejante treta matrimonial. Pero ya saben -y si no lo saben ya se lo digo yo- que el amor es ciego, y el desconocido decide hacer oídos sordos a su progenitor y seguir adelante con su Anmeldung (registro oficial). El dolor y desesperación se apodera del anciano padre, y sobre todo de la esclava Liu, que en secreto, y desde su más tierna infancia, sufre de almorranas, digo... de amor por el desconocido.

Suena el gong y la gorda y borde princesa china empieza a soltar acertijos:

1) ¿Quién es el fantasma que cada noche nace de nuevo en el hombre y muere cada día?

El no-muy-apuesto desconocido se pone los dedos pulgar e índice sobre las sienes y contesta: La esperanza.

2) ¿Qué es lo que flamea como una llama y no es fuego, y arde como la fiebre, pero se enfría en la muerte?

La técnica de los dedos tocando las sienes sigue funcionando y el nada apuesto pretendiente contesta: La sangre

La gorda y borde princesa china se empieza a poner nerviosa: ¡Joder, joder, joder, que me voy a tener que casar con este desconocido....!

3) ¿Qué es lo que quema como el hielo, y cuánto más frío es, más quema?

El desconocido duda, la inspiración empieza a flaquear y la china gorda empieza a proferir grititos de júbilo rememorando su colección de cabezudos. Pero, de repente, a punto de "pasapalabra", el no-muy apuesto pretendiente levanta la cabeza, la mira fogosamente a los ojos y grita a pleno pulmón: Turandot.

¡Gong! ¡Prueba superada! ¡Ea ea ea Turandot se cabrea! La china, y también princesa, se niega a aceptar su derrota, pero el rey obliga a su hija a cumplir su palabra. El desconocido, enamorado, y ante la desesperación de Turandot, decide darle una nueva oportunidad, y le propone un último acertijo.


Si ella adivina su nombre antes del alba, él morirá, y ella será libre de nuevo. Inmediatamente, la princesa gorda del lejano Oriente, dicta sentencia de muerte para todo aquel que, conociendo el nombre del desconocido, no lo desvele antes del alba.

La linda esclava Liu, torturada por Ping, Pang, Pong, confiesa que conoce el nombre del pretendiente -de hecho ya sabemos que está coladita por él- pero se niega a desvelarlo, anteponiendo su vida a la de su amor secreto; coge un puñal y se suicida... ¡Esto sí que es amor! El no-muy-apuesto desconocido, que no da crédito a la escena recién contemplada, se encara con la china gorda, y princesa, y le recrimina desesperado su fría y sangrienta actitud.

Harto del juego y de tanta sangre derramada, el desconocido se rinde, le planta un cálido beso a Turandot, de esos que derriten el hielo, y le desvela su nombre: Soy Calaf, hijo de Timur y príncipe de no sé dónde. En es mismo momento, la vida de Calaf queda en manos de la china gorda. Ambos se acercan al padre de Turandot, y éste pregunta a su hija si ha averiguado el nombre del desconocido.

Turandot responde: sí, se llama AMOR. Amanece y suenan las trompetas..."



¿Qué les ha parecido? Pues esta es la famosa ópera incompleta que Puccini compuso a finales del siglo XIX. El sábado pasado, los españolitos residentes de este pueblecillo de Alemania... de Este, disfrutamos de esta preciosa ópera, en un idílico escenario al aire libre, en plena catedral de Erfurt. Una velada inolvidable de auténtico lujo, llena de 'mil y una' anécdotas divertidas. Qué sano es reír.

Por si no les suena la ópera que les acabo de contar -que lo dudo- les dejo su aria más famosa, en la que todo Pekín se supone que está en vela para descubrir el nombre del desconocido antes del amanecer. (Nessun dorma - Nadie duerma!). En este mismo momento estoy de pie y aplaudiendo.

El resto de la semana, se pueden imaginar, trabajo, deporte, barbacoas, salchichas, y todo con un salpimentado solar totalmente inesperado. Ah! y el envejecimiento oficial de mi querido Teufelcillo, con fiesta de celebración a lo grande; pero sobre este acontecimiento ya les contaré la semana que viene.

Hasta entonces, sean buenos, pero no mucho....


sábado, 6 de julio de 2013

Marcha, marcha, queremos...

Ya lo cantaba Rosarillo a los cuatro vientos: Marcha, marcha, queremos marcha, marcha! Pues eso mismo, pero a lo grande, sucedió el sábado pasado; por estos lares no conocemos los términos medio...

El motivo: Mi querida chamana venezolana celebraba pletórica el dejar atrás no me acuerdo qué década de su intensa vida. ¡Vivan las décadas prodigiosas!

¿Recuerdan el mega grupo internacional, multi-cultural e interracial que conocí en aquella gigante terraza de Erfurt? Pues gracias a la chamana venezolana, el sábado pasado se produzco el reencuentro. Querer es poder.

No sé si les conté -les cuento tantas cosas que luego me olvido- que las puertas de esa mega terraza de Erfurt se me abrieron al principio, gracias a una españolita que me presentó a sus dueños (LL& FF), estando uno recién aterrizado.

Pues casualidades de la vida -o de Murphy, que siempre hace lo que le viene en gana- esa españolita es parte integrante de los refuerzos colonizadores que llegaron al pueblo la semana pasada con el parto de la abuela. Y oigan, ¡que ha revolucionado el pueblo!. ¡Es pura energía!. La abuela no, que ya tuvo suficiente con el parto, sino la españolita ex-residente...

Y si les soy sincero, ya tocaba, que con tanto trabajo, deporte y, ya saben, el aderezo del mal tiempo, el body ya pedía a gritos... marcha marcha, queremos marcha, marcha! (cuando tarareen la frase, no olviden alborotarse el pelo).

Total, que para Erfurt que nos fuimos españolita y españolito, a celebrar junto con la joven-de-cuerpo-y-espíritu chamana venezolana y con el resto de la comunidad internacional. Cada invitado llevó algo típico de su país, y allí se juntaron rollitos hindúes rellenos de carne argentina, hallacas venezolanas de maíz y pollo, chili con carne exquisito, nuestra siempre adorada tortilla de patata etc... Una cena sencillamente espectacular.

Avanzada la noche, el vino, las cervezas, las piñas coladas y los Gintonics (sin pepino, clavo, ni florituras) empezaron a mezclarse con el riego sanguíneo de los asistentes y, de repente, oigan, que desaparecieron las sillas y ahí estábamos todos en medio del salón bailando como si no hubiera vecinos, que los había.

En Alemania siempre llega la policía, te avisa, y si tienen que venir una segunda vez te multan... Pues en esta ocasión se presentaron con la tarjeta amarilla a las dos de la madrugada, pero ya estábamos todos tan extenuados de bailar, que yo creo que hasta lo agradecimos.

Y es que hubo tiempo de sobra para demostrar nuestros típicos bailes regionales: Sevillanas de arte y raza, con algún que otro tropiezo y paso inventado, pero con la carne de gallina con sólo escuchar la primera nota; danza árabe, pura plasticidad y embrujo de la mano o, mejor dicho, de la cintura de un encanto de persona proveniente de Marruecos; y sobre todo, mucho, mucho, mucho baile latino. Denle, denle al botón y a ver quién es el guapo/a de mis queridos lectores surrealistas que puede seguir el ritmo....

En fin, que una fiesta para el recuerdo, donde el sol brilló en todo su esplendor. Ver documento gráfico exclusivo de la fiesta.




Sé que muchos me piden que cuelgue fotos de los protagonistas de éste, nuestro querido y surrealista blog vital en un pueblecillo de Alemania... del Este, pero y digo yo:

¿Qué necesidad hay de romper el hechizo de su imaginación?

Cierro el post de esta semana tirado en mi balcón con una cervecita con limón en la mano y el sol dorando mi fino cutis facial... ¡Pararía el tiempo en este mismo instante! La 'kleine Ratte' reclama mi atención desde su hamaca en el Par-4, cantando su canción favorita, y llevo una hora diciéndole que ya bajo, así que creo que ahora, sí, tengo que bajar...

Allá donde estén, espero que les llegue algo de la energía positiva que siento en este momento.

Pasen una buena y marchosa semana