* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

domingo, 25 de enero de 2015

Berghotel

Por aquí parece que últimamente haya estado todo el mundo invocando a la "Virgen de la Cueve". Que nieve, que nieve, la susodicha, los pajaritos cantan, las nubes no se levantan, empanada de atún.

Si quieren, pueden obviar esta entradilla. .

¡Qué más da la nieve! Noto que empezamos a recuperar la ilusión perdida con la que empezamos el año por este pueblo, ya de por sí perdido y difícil de encontrar en sí mismo. La verdad es que el proceso está siendo algo más lento que otros años, pero bueno, lo que les digo, empezamos a percibir la luz de la bombilla.

Y para bombillas, las de mi vecino KIA que no se ha dado cuenta que ya ha terminado la Navidad y mantiene los setos iluminados. Oigan, la calle queda muy bucólica entre la nieve y las bombillas, pero no ayuda para nada a mi deseo de pasar página invernal y poder empezar a visualizar la primavera. Uno es muy mediterráneo. ¡Viva el aceite de oliva!

Pero bueno, que de lo que realmente les quería hablar hoy es del nuevo sitio de moda en el pueblo: el Berghotel.


El mismo

El Berghotel, como su propio nombre de pila bautismal indica, es un hotel (Hotel) situado en lo alto de una montaña (Berg). En lo alto de dicha montaña se encuentra también el "Burschenschaft": una de las cinco maravillas del pueblo, o monumento conmemorativo por los estudiantes que lucharon en estos lares contra la tropas napoleónicas.

Total, que el viejo hotel ha estado durante un año en un proceso de cura y rehabilitación y la verdad es que le ha sentado muy bien. Y no vean su restaurante... Han debido de contratar a un cocinero número uno de su promoción. De verdad, el o la colega cocina "lecker", "lecker". Toda una delicia para el paladar.

Y claro, lo que tiene el de boca en boca y tiro porque me toca, y más en un pueblucho como éste, que el dicho hotel/restaurante se ha puesto de moda.Y es que la combinación de diseño de interiores con un gusto bastante acertado para lo que es la media del pueblo, junto con la previamente mencionada deliciosa ejecución culinaria han hecho que el lugar haya subido enteros en el ranking de atractivos.

Se dice se cuenta que no hay bautizo o celebración familiar que se precie que no tenga lugar en su salón principal. Por lo visto la lista de espera ya va por los cinco meses. El sábado pasado ahí estaban todos los abuelillos y abuelillas bailando al ritmo de un organillo y una acordeón.

Pero vamos, que yo no tengo boda, ni bautizo a la vista. Lo mío es un mero disfrutar de su carta de principio a fin y esto último se puede hacer, sin lista de espera, en su acogedor "Wintergarten" (invernadero).

El mismo.
El denominador común de todos los platos es lo que se pueden encontrar en cualquier otra carta alemana, ni más ni menos: Ente (pato). Lamm (cordero). Rinder (ternera). Kalb (ternerita). Dorade (dorada). Steinbeisser (como una especie de merluza). Seeteufel (rape).

En fin, que si van a Calatayud pregunten por la Dolores y si se pierden por este pueblo de Alemania... del Este, escalen al hotel de la montaña. Les gustará.

¡Que aproveche!



Las bombillas




sábado, 17 de enero de 2015

Chocolate con churros

Menudo inicio de año.

Fue llegar a mi querido pueblo de Alemania... del Este, y al segundo día mi cuerpo ya se había mosqueado. Y no vean que mosqueo se pilló: un pack completo de catarro de esos de camita, manta, y... ¡protejamos a las abejas! En fin, un cuadro de Kandinsky.

Fueron necesarios diez días para que tuviera lugar la adaptación climatológico-depresiva. Mi cuerpo empezó a aceptar el hecho de que, sí, vivimos en este lugar y, de alguna manera nos reconciliamos todos: cuerpo, alma y Dora que, como siempre, va a lo suyo.

La complicada adaptación de la que les hablo -algo ya crónico- fue posible no sólo gracias a la asociación en defensa de las abejas, sino también al abecedario vitaminado. Y es que he decidido desterrar al engatusador príncipe azul con café con leche matutino y ahora me ha dado por recolectar naranjas de Valencia. A tres por día.

Total, que con todas estas buenas nuevas el otro día por fin pude salir a correr. ¡Aaaaleluya!¡Aaaaleluya!¡Aleluya!¡Aleluya!¡Aleeeeeluya!

No vean que simio tenía, y es que quedan menos de dos meses para mi querida y ya legendaria tradición: 1/2 maratón de Frankfurt.

Como regalo de reconciliación, qué mejor que unas zapatillas nuevas con guantes y gorro a juego. Este año se lleva el amarillo limón -mi color favorito-. Lo leí en no sé qué revista de moda (tampoco me hagan mucho caso).

Por lo demás, como desentonaría mi entrañable Julio Iglesias en versión Tío Gilito: La vida sigue igual.

Espero que hayan empezado el año bien y que todos los propósitos de año nuevo se estén empezando a materializar. Ya saben que la materialización de los mismos depende única y exclusivamente de una buena ejecución. Y en esto último, ustedes mandan. El resto de teorías colindantes se denominan excusas. Así que, ¡alehop!, a ponerse las pilas y ¡a por ellos!

Mi primer objetivo de hoy: un chocolate con churros. Ya me ven a las 7:30am en la panadería del pueblo. No entiendo para qué abren tan pronto, ni qué hago yo ahí enfrente del mostrador con mis tímidos ojos verde-marrones intentando abrirse un hueco de luz.

- ¡Ah sí! me ponga una docena de churros, digo un par de croissants. 

¡Mierda de adaptación! El Paladín a la taza me ha sabido a Gloria... "Gloria, faltas en el aire, Gloria, faltas en el cielo..."

Con la gula del Este saciada, ahora toca limpiar la conciencia, así que les dejo. Salgo disparado con mis zapatillas limón a quemar calorías.

Les mando un besazo.


Seguro que les ha quedado marca de chocolate en la cara, bueno o en los morros. Vaya usted a saber cómo lo han recibido mis queridos lectores surrealistas...


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