* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

domingo, 24 de noviembre de 2013

El Metropolitan...

... o Metropo para los amigos, fue mi queridísimo gimnasio del alma durante mi última estopa, quien dice estopa dice etapa, en mi querido país de procedencia. Allí, digamos que me dediqué a ejercitar con regularidad vespertina mi cuerpo Serrano.

Para que se hagan una idea aproximada del cuerpo Serrano que luce este españolito, les confesaré que pertenezco al grupo de los especímenes de gimnasio que, una vez terminada la primera serie, se quedan sentados en el aparato viendo la TV. Y si no es interesante lo que ponen en la TV, pues a pensar en las avutardas se ha dicho. Claro, todo hasta que viene algún miembro del otro grupo de especímenes de gimnasio -yo ando de perfil y así me veo en el espejo- y se interesa por el aparatito en cuestión.

Y digo yo, ¿no hay más aparatos libres? Con lo bonitas que son las avutardas, con su plumaje rojizo y negro y el cabezón blanco, y tan gordas que casi no pueden volar... Pero bueno, te levantas del aparato y te vas.

Eso sí, a correr por el parque con mi querido brother y al karaoke-spinning con mi querida María Jimenez no me ganaba nadie. ¡Qué tiempos aquellos! Aunque no se lo crean, de vez en cuando aún echo de menos esas tardes psico-descojono-deportivas que, además, siempre culminaban con una sesión de spa-terapia, de ésas de "me encantan las pasas".

Total, que desde que comenzó mi bloggeada expatriación -ya he perdido la cuenta de los años- me dije a mi mismo: "tengo que encontrar un gimnasio guay del Paraguay, donde poder desconectar de mi rutina perso-pueblo-profesional".

Uno ya presagiaba -ya saben que Lola me lo chiva todo- que la aventura iba a ser intensa de grado nueve en la escala Richter (el máximo es diez), y que un buen recinto deportivo podría ser muy recomendable para sobrellevarla. Presagio cumplido. Hombre, tampoco se pongan ahora a escribirme para que les adivine el futuro, porque Lola va un poco por libre; vamos que me cuenta lo que le da la gana.

Gracias a este indiscreto blog, ustedes, mis queridos lectores surrealistas, ya han conocido algunas de mis aventuras en este pueblecillo de Alemania...del Este, y sí , ha habido momentos muy divertidos. Pero si les digo la verdad, había algo etéreo que me pedía a gritos abrir nuevos horizontes. Así que abiertos están. Después de casi dos años y medio -ya he recuperado la cuenta- he encontrado mi particular Metropo teutón: ¡oe, oe, oe...!

Mientras tomaba esta foto, me viene una tía y me dice: Menos jugar con el móvil y más entrenar...

El recinto lúdico deportivo del que les hablo está situado en Erfurt. A cualquiera que se lo cuento se piensa que estoy loco. Hombre, y algo de razón no le falta. Y es que hacer 70km para ir simplemente a un gimnasio tiene su aquel. Pues sí, 70km de ida y 70km de vuelta; y tan feliz...

La semana pasada estrené el Metropo a lo grande. Me han puesto un flamante entrenador personal -me imagino porque han percibido mi relación avutardada con los aparatos del gimnasio- y oigan que, de momento, le hago caso y todo. Sebastian, el entrenador en cuestión, es un ex-ciclista profesional que lleva en sus piernas nada más y nada menos que 7 Tours de Francia, 3 Vueltas a España y 2 Giros de Italia.

Les juro que cuando me lo contaba, yo alucinaba en casi todos los colores. Me dio casi hasta vergüenza explicarle que yo también llevaba toda la vida haciendo deporte: tenis, natación, medias maratones... Me parecía todo tan nimio comparado con sus cuadriceps.

Total, que Sebastian me hizo el típico reconocimiento, control, plan de entrenamiento y todo muy guay de la Asunción (capital de Paraguay)... Y cuando me preguntó por mis objetivos, ya me ven explicándole mi deseo de complementar la actividad física semanal que, hasta la fecha, siempre se había basado en nadar y correr.

Pues ¿saben a qué me dediqué durante mi primera sesión de entrenamiento? A correr durante una hora en la cinta. ¡Manda huevos complementarios!. Y para más inri, las cintas disponen de unas bonitas pantallas planas integradas donde se pueden visualizar avutardas. ¡Lo que me faltaba!.

Pero oigan, que aún y todo, regresé a mi querido pueblo de Alemania... del Este, más feliz que una perdiz (prima de la avutarda).

Ya saben, pongan un Metropo en su vida, porque... la belleza no sólo está en el exterior.

Tschüss

2 comentarios:

  1. Jajaja, el metropo español y maria jimenez te recibiremos encantados en navidades xa una sesion remember!!

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  2. Jajaja. Igual m animo hasta yo a mirar las aves imaginarias!!!

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