* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

viernes, 2 de mayo de 2014

Semana Santa 3: El castillo abandonado

Bienvenidos al Ostsee: destino vacacional por excelencia de todos los alemanes criados en esta parte oriental de Alemania; más que nada porque es el trozo de mar que les quedó en su lado del muro...

Warnemünde 1

Warnemünde 2
Warnemünde 3
Pero no nos despistemos con mi arte fotográfico y vayamos al meollo de la cuestión. Y es que uno había subido al norte de Alemania, no para hacer fotos Instagram, sino para celebrar el 50 cumpleaños de mi querida Königin von Oben (la vecina de arriba), tersa y firme como ella sola. Para tal ocasión, la homenajeada había decidido organizar una celebración gitana; lo de gitana, más que nada porque la fiesta "miarma" se iba a prolongar durante tres parecía-que-no-se-acababan-nunca días.

Los invitados: su familia más íntima + este españolito, que cunde más que la Coca-cola.

Llegamos a Malchin, lugar de nacimiento y crecimiento de mi querida Königin v.O. Recuerden, este españolito todavía con depresión post-vacacional tras una semana en "Spain-twelve points" llena de risas y buenos recuerdos; mira como cuando quiere, Dora se acuerda de todo...

De Malchin nos desplazamos a Bredenfelde, cuyas calles, perdón, caminos de tierra estaban vacíos no, lo siguiente. La flor de colza ondeaba sus melenas al viento creando un paisaje amarillo muy característico alemán, y es que el aceite de colza es el más utilizado en este sacro país (¡viva el aceite de oliva!). La arquitectura muy al estilo belga/holandés (antiguas colonias del SIRG). Ni un coche. Ni una moto. Y de repente, un tractor. Bueno, bueno, bueno...

Total, que llegamos al castillo de Bredenfelde donde iba a tener lugar la celebración gitana. Nos adentramos en el castillo y noto que, por arte espiritual, un escalofrío recorre todo mi ser. Sobre nuestras cabezas, un conejito funambulista automático pedaleaba nervioso en una bicicleta a lo largo de un cable colgante. ¡Madre mía!

En la recepción, un anciano con una americana dos tallas más grandes que su menudo cuerpo y una media voz apenas perceptible nos daba la bienvenida. Una familia de gatos merodeaba alrededor. De repente, dos de ellos se mosquean vaya usted a saber por qué, y se atacan ferozmente. "Die kleine Ratte", la hija de mis vecinos, retrocede asustada en su intento por acariciar al más grande de ellos. En ese momento pensé:

- Esta noche va a ocurrir un asesinato, y a la mañana siguiente habrá que descubrir el asesino. 

¿Se acuerdan de El Cluedo? Pues igual...

Entro en mi cuarto y me digo:

- Esta noche me cierro la puerta con llave como que me llamo Óscar.

Lo hago y de repente me encuentro con un gato.

- Joder, joder joder, ¿tú qué haces aquí?

El gato
El castillo
La habitación
La colza

Echo al gato de la habitación y le sigo la pista hasta la recepción; realmente necesitaba el password de la WIFI. La recepción la encuentro vacía y presiono el timbre. Ni rastro de nadie.

- El abuelillo seguro que ya se ha quedado traspuesto.

Percibo una tenue luz de televisión en un cuarto oscuro al final del pasillo. Me acerco y observo a una recia mujer de pelo color colza tambaleándose sobre una mecedora y tejiendo. A su lado, engullido por un sillón, el que resultaría ser el cocinero del castillo, domador también de la familia numerosa gatuna. Consigo el password de la WIFI y me encierro en mi habitación. Les juro que me fui a dormir con los cinco sentidos activados. Bueno, realmente me quedé dormido pensando:

- Anda que no tenían que gastar en calefacción antiguamente para calentar habitaciones tan desproporcionadas.

Al día siguiente, me puse el traje de faena, bodas, comuniones y "Party nº5" y, sin ganas pero con decisión, me lancé al ruedo social familiar. ¡No vean! Todo el día de vinos, cafés, Kuchen (tartas), comidas... Lo mejor fue la carta dedicatoria de la madre de mi querida Königin v.O. Le puso tanto sentimiento que hasta consiguió despertar a mis gallinas cutáneas. Y entre emociones y abrazos varios, percibí que la mayoría de los asistentes iban con sus mejores galas deportivas, mientras cuatro gatos -no los de las recepción- y este españolito iban de etiqueta. ¡Viva la Puri! (Purificación García).

El resto de la celebración pues imagínense... Uno, como ya no sabía ni de qué hablar, ponía el modo off en mitad de las conversaciones. Sólo temas tan trascendentales como que la tía de mi querida Königin v.O vive en un camping nudista conseguían captar mi atención y activar el modo "venga va me integro de nuevo".

Les reconozco que estaba deseando que terminara la celebración "miarma" para poder regresar a mi querido pueblecillo de Alemania... del Este. Quién me lo iba a decir a mí que, a estas alturas de mi vida, hasta me alegraría por regresar a mi pueblucho de residencia. Y así fue.

Al final, ni asesino ni nada. Pero el recepcionista, la tejedora y el domador, digo el cocinero, ahí seguirán por los siglos de los siglos, rodeados de gatos y de un cojenito funambulista, organizando todo tipo de bodas, bautizos y efemérides varias en el castillo abandonado.

Y... colorín colorado, la Semana Santa se ha terminado.


1 comentario:

  1. Realmente subrrealista. Pero divertido Como tu solo....
    Ale... mucho animo, y sigue alegrandonos el dia con tus entradas.
    Besos

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