* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

domingo, 9 de noviembre de 2014

Caída del muro de Berlín: 25 aniversario

¿Se acuerdan de mis vecinos abuelillos?

Él tiene setenta y nueve años y es todo un Casanova: pantalón vaquero rojo, camisa blanca con grandes letras protagonistas en los pectorales y matorral de pelo blanco engominado. Ella -la super abuelilla del último post- tiene unos cuantos años menos y es coqueta como una adolescente: pantalón negro de cuero, blusa blanca con cuello de plumas de algún avestruz. El vestuario es de la última película de Almodóvar, lo que viene a ser mi última fiesta de cumpleaños.

Pues esta pintoresca y cariñosa pareja, que vive enfrente de mi 1/3 de villa y suelen dar golpecitos en el cristal de su ventana por las mañanas cuando me voy a trabajar, tienen un recorrido histórico digno de ser escuchado.

Un buen sábado por la mañana de no sé qué mes, decidí ir a visitar un pueblecillo todavía más pequeño que el mío. Los abuelillos disfrutan sus fines de semanas con su super caravana en una mini parcela que tienen al lado del río Hörsel; el río que pasa por mi famoso-en-el-mundo-entero pueblo de residencia. El Hörsel realmente es un afluente del Werra, que es el río principal que va hacia el norte de Alemania a desembocar, una vez unido con el río Fulda, en el mar del Norte.

Orgullosos de su caravana y de su floreado jardín, decorado con enanitos y caracoles de cerámica -cualquier día de estos me aperece un enanito en casa-, me ofrecieron una copa de vino blanco y empezamos a charlar.

Sinceramente, me quedé embelesado con sus historias.

La abuelilla, henchida de orgullo, me enseñó cada detalle de la caravana (hasta el hornillo por dentro).

Los abuelillos vivieron felices y disciplinados con sus respectivas ex-parejas en la República Democrática Alemana (RDA o DDR en alemán). Pero cuando Alemania se re-unificó, ellos decidieron también unificar su historia de amor, y es que, por lo visto, ya se tenían el ojo echado. El cómo y porqué lo desconozco. No indagué suficiente.

Pero volvamos al riachuelo Hörsel... 

(Ahora seguro que están todos ustedes pensando que era más interesante la historia del amor re-unificado de la pareja. Para otra ocasión).

El río Hörsel fue una especia de frontera natural o puerta no controlada entre la antigua Alemania del Este y del Oeste. Parece mentira que hace tan solo 25 años, Alemania estuviera dividida en dos países, ¿verdad? Tan cerca y tan lejos.

Pues sí, tan solo hace 25 años, por esta zona desde donde hoy escribo libremente, las casas eran racionadas y sólo podías acceder al mercado inmobiliario cuando creabas una familia. De ahí que las chicas fueran educadas para tener hijos a una temprana edad. Y aunque el raciocinio se terminó con la caída del muro, digamos que la mentalidad educativa soviética dejó poso. Aún a día de hoy se pueden ver en LA calle del centro de la "city", con una normalidad y frecuencia pasmosa, chicas recién licenciadas en adolescencia empujando carritos de bebés. Con una mano me como el "Bratwurst" y con la otra empujo el carrito.

Vamos, que este españolito es un bicho raro, porque ni carrito, ni Bratwurst. Ya ven lo integrado que estoy en las costumbres del pueblo.

Una vez conseguían el pisito, otra de las costumbres no escritas era disponer de una antena parabólica ilegal, prohibidas por el régimen soviético democrático que recomendaba pacíficamente ver exclusivamente sus cadenas nacionales cero publicitarias. Ante el conocimiento del uso fraudulento  de estas antenas, el gobierno recurría a preguntas trampa a los niños en las escuelas para averiguar qué familias violaban la ley de televisiones. Si te pillaban -el niño ha contestado que anoche vio las "Mamachicho" en lugar de "Stalin y yo"- ya te podías preparar tú y tus familiares varios. Por lo visto los castigos no eran titulares, sino extensivos.

Entre historias e historias, ahí seguíamos en el camping sentados en tres sillas blancas y bebiendo un vino blanco de dudosa calidad. A nuestro alrededor, todo lo que veíamos era la casetilla, la caravana y una inmensa pradera verde.

He ahí la pradera
-¿Ves esos árboles de allí? De repente me preguntó el abuelillo Casanova.

- Pues sobre cada uno de esos árboles se posicionaba un soldado y disparaban a todo aquel que intentaba cruzar el río Hörsel para escaparse al Oeste. Y no fueron pocos los que intentaron cruzar sin éxito el río...

Me quedé helado ante esta espontánea afirmación y le tuve que dar un buen trago a la copa de vino (y eso que no me estaba gustando nada).

Pues sí, la preciosa pradera verde era zona vetada por su proximidad a la línea divisoria. Él trabajaba en aquellos tiempos conduciendo una grúa y remolcando coches averiados.Vamos, que disponía de un permiso especial que le permitía acercarse a la zona vetada y me imagino que presenció de todo.

- ¿Y qué es lo que hicisteis entonces el primer día después de la caída del muro? Pregunta original que formulé.

- Todos quisimos ir a conocer el Oeste de Alemania y la carretera se colapsó de coches. Ahí no había quién avanzara y con tanto humo pensamos que moriríamos todos contaminados.

Ambos cochecitos RDA (Trabant y Wartburg) no destacaban especialmente por un optimizado consumo de combustible, ni de emisiones de gases. Pero no murieron y llegaron a su destino: Bad Hersfeld, primera localidad al otro lado.

El problema era que el "Ostmark", la moneda de la RDA, estaba muy devaluado, así que supongo que muchas compras no hicieron ese día en Bad Hersfeld. En el mercado negro, el "Ostmark" se cambiaba por marcos alemanes a 1/5 y hasta 1/10. Vamos, tu me das cinco "Ostmark" y yo te doy un marco alemán y si me apuras o te veo muy necesitado te pido hasta 10 "Ostmark" por el cambio, total, estamos haciendo algo ilegal.

Compras no harían, pero sus cabezas seguro que empezaron a vislumbrar un mundo de oportunidades.

El vino se terminó -el nuestro, el del camping- y ahí estábamos los tres enfrente de esa inmensa pradera verde viendo soldados en blanco y negro apostados en los árboles sin saber qué hacer. La autopista colapsada de coches y llena de humo y la cara del abuelillo Casanova rejuvenecida y con un brillo especial en sus ojos. De repente me soltó:

- "Das war das grösste Ereigniss in der deutschen Geschichte". (Ese fue el mayor acontecimiento de la historia alemana: la caía del muro).

Nos despedimos y les juro que me fui con una mezcla de sensaciones que no les puedo describir.

Hoy celebramos el 25 aniversario de la caída del muro de Berlín y, no sé, me apetecía dejar plasmado para el recuerdo del blog las historias del camping de mis queridos abuelillos.

Aunque la gente reconoce lo bien que se vive actualmente, siempre percibo en sus caras una cierta nostalgia de su antigua forma de vivir. Por lo visto la gente era feliz y a las familias no les faltaba de nada. A su manera, pero todo el mundo tenía trabajo, comida, sanidad, seguridad en la calle etc...

Pero claro, les faltaba una cosa fundamental: LIBERTAD.

¿Se imaginan un blog como éste hace 25 años?




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