Ahí estoy dando botes esperando a que llegue la relevista de mi equipo. Llevamos todo el día dando vueltas de etapa en etapa, animando a todos los relevistas, y por fin ha llegado mi turno. Me dispongo a correr la penúltima etapa de la "Rennsteig Staffellauf". A las 6am comenzaba la carrera y son casi las 18h. Tengo el perfil sinuoso de mi etapa (19km) grabado en la cabeza. Me preparo mentalmente para afrontar unas cuantas y pronunciadas cuestas.
- Ni lo pienses. Siempre pa'lante como los de Alicante...
Entre bote y bote de espera, noto algo de nerviosismo. El resto del equipo anima. Tremendo. Nos hemos conocido hace dos días gracias a esta carrera y parece que nos conozcamos de toda la vida.
De repente llega el ciclista de acompañamiento y a lo lejos la relevista de mi equipo. Mi corazón se acelera. Qué ganas de ponerme a correr. Nos abrazamos. Ella rota de cansancio y yo ansioso por despegar.
Salgo disparado. Me coloco con mucho cuidado la pulsera con el chip de control y la piedra del deseo dentro. Siento la responsabilidad y la ilusión de todo el equipo en esa piedra. La tradición dice que hay que llevar la piedra desde el inicio de la carrera hasta la meta y lanzarla al río Werra. Yo estoy ansioso por colaborar en legendaria tradición y quiero hacer mi etapa lo más rápido posible.
No llevo ni 300m y empezamos a subir. Observo que algunos corredores sucumben ante lo pronunciado de la subida y andan. Yo sigo trotando y sin mirar a mi alrededor. -Que no decaiga, que acabamos de empezar. Después de 1km subiendo y ante la verticalidad de la subida, no puedo seguir corriendo...
- Joer, ¡mucho peor de lo que pensaba! Venga, por lo menos andando a zancadas grandes...
Cuando vislumbro el final de la subida retomo el trote y, cuando ya pensaba que había pasado lo peor, me topo con ¡unas escaleras!
- ¿Pero esto qué es? ¿Unas escalera hacia el cielo? Menudo inicio de etapa...
Al final de las escaleras, mis vecinos -los culpables de este embolado- animan incesantes. Mis piernas protestan y mis pulmones hiperventilan a grandes bocanadas.
- Links, Oscar!!! (hacia la izquierda). Parece que yo quería seguir recto hacia el cielo...
- Joer, no llevo ni 1,5km corriendo (escalando) y ya casi me pierdo.
Tremendo el esfuerzo. La subida es tan pronunciada que los ciclistas de acompañamiento tienen que rodearla y se encuentran con nosotros cuando empezamos la bajada.
- Venga va, ya ha pasado lo peor. ¡A tope! Por mi equipo y... por todos los españolitos perdidos en cualquier parte del mundo.
Mis pulmones recuperan relativamente rápido -soy medio anfibio- y me dispongo a recuperar el tiempo perdido después de esta tremenda subida. Aparece mi ciclista de acompañamiento: Benjamin. Un chaval encantador y super profesional que me da la tranquilidad necesaria para no perderme en el bosque.
Esbozo un tenue: -Benjamin! Me alegro tanto de verle...
Continuará...
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