* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

lunes, 28 de enero de 2013

Carmen

Carmen, Carmen voy a tener que emborracharme, Carmen, Carmen, Carmen para decirte que eres tú mi amor... Este enardecimiento del alcoholismo por amor creo que lo cantaban Los Chunguitos hace unos cuantos lustros; si es que estoy de un moderno, y como hace mucho que no cántabamos juntos, pues ale...

El caso es que, además de por el frío, la nieve, Murphy, los preparativos de la media maratón de Frankfurt y todo lo que ustedes, mis queridos lectores surrealistas, ya conocen por este indiscreto blog, la semana pasada pasó al disco duro de mi memoria (aunque de vez en cuando lo 'reseteo') por un nombre: Carmen

Les confesaré que el nombre de Carmen produce un cocktail intenso de sentimientos en mi persona, nostálgicos, sí, pero sobre todo de alegría, ya que dicho nombre representa una parte esencial de mi pasado, en forma de 'mother', y de mi presente, en forma de 'niece'. El futuro se lo dejo a Lola y a Murphy que son los que realmente mueven los hilos.

Pero de lo que realmente les quería hablar esta semana, mientras me tomo un Trina de manzana, es de la Carmen de Georges Bizet: una guapa gitana cigarrera que volvió loco de celos a un soldado, Pepe, jugando con fuego con un apuesto torero en la Sevilla más profunda de principios del siglo XIX. ¿Les suena, verdad?

Ole, ole y ole!
Pues sí, Carmen ha sido mi bautizo operístico el pasado fin de semana, en el precioso teatro de Erfurt, y aunque no ha producido un efecto de, como diría Pretty Woman, 'mearse en las bragas', sí que ha abierto un nuevo campo de acción cultural en mi vida. Este españolito nunca había visto una ópera en directo, pero desde luego que la belleza acústica y estética que desprende el bel canto ha conseguido despertar mi curiosidad.

La versión teutona de Carmen visualizada el sábado pasado, digamos que fue de una ejecución muy correcta, que para algo estamos en Alemania... del Este, aunque con cierta falta de emoción racial; vamos sin arte en las venas. Esas actrices asiáticas, auténticos jilguerillos líricos, pero no muy creíbles como amigas íntimas de Carmen, más que nada porque a principios del siglo XIX todavía no había comenzado la inmigración masiva de asiáticos a la península ibérica; o esas palmas arrítmicas y movimientos de brazos al aire, como implorando a la lluvia, más que al arte andaluz; o esa Carmen mezzo-soprano con una belleza muy española y una interpretación creíble, pero con cierta falta de potencia vocal y con una técnica de tocar castañuelas que yo denominaría de 'libre albedrío'...

Ya ven, ahora me he vuelto crítico operístico, pero es que entre técnica o sentimiento, como españolito de pro, uno lo tiene muy klar...

En cualquier caso, la composición musical de Bizet es de tal acierto -el pobre murió en 1875, tres meses después de estrenarse su obra maestra y sin saber que ésta se iba a convertir en un tremendo éxito internacional-  que casi da igual quién interprete a quién.

Terminado el espectáculo, los alemanes mostraron su entusiasmo en forma de aplausos sempiternos, incluso llegamos a entrar en resonancia unos con otros, y oigan, que ahí estuvimos mil personas, durante diez minutos aplaudiendo a la par. Teníamos más ritmo palmeando que las actrices y actores secundarios durante la función.

Total, que uno ya está planeando hablar con Lola para que le organice una nueva velada operística en su bola de cristal; esperemos que Murphy esté de acuerdo y no me 'putee'... porque con la meteorología se lo está pasando pipa.

Aquí les dejo una escena de Carmen (no es la versión visualizada el sábado pasado en Erfurt), pero seguro que les produce disfrute y deleite; o no, vaya usted a saber.

http://www.youtube.com/watch?v=8w9yJdkeryI

(El amor es un pájaro libre que nadie puede dominar.... El amor es hijo de un gitano, jamás, jamás ha conocido ley; si no me amas, yo te amo; si te amo, tú ten cuidado!...)

Y cuánta razón tenía Carmen...! 


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