* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

sábado, 6 de julio de 2013

Marcha, marcha, queremos...

Ya lo cantaba Rosarillo a los cuatro vientos: Marcha, marcha, queremos marcha, marcha! Pues eso mismo, pero a lo grande, sucedió el sábado pasado; por estos lares no conocemos los términos medio...

El motivo: Mi querida chamana venezolana celebraba pletórica el dejar atrás no me acuerdo qué década de su intensa vida. ¡Vivan las décadas prodigiosas!

¿Recuerdan el mega grupo internacional, multi-cultural e interracial que conocí en aquella gigante terraza de Erfurt? Pues gracias a la chamana venezolana, el sábado pasado se produzco el reencuentro. Querer es poder.

No sé si les conté -les cuento tantas cosas que luego me olvido- que las puertas de esa mega terraza de Erfurt se me abrieron al principio, gracias a una españolita que me presentó a sus dueños (LL& FF), estando uno recién aterrizado.

Pues casualidades de la vida -o de Murphy, que siempre hace lo que le viene en gana- esa españolita es parte integrante de los refuerzos colonizadores que llegaron al pueblo la semana pasada con el parto de la abuela. Y oigan, ¡que ha revolucionado el pueblo!. ¡Es pura energía!. La abuela no, que ya tuvo suficiente con el parto, sino la españolita ex-residente...

Y si les soy sincero, ya tocaba, que con tanto trabajo, deporte y, ya saben, el aderezo del mal tiempo, el body ya pedía a gritos... marcha marcha, queremos marcha, marcha! (cuando tarareen la frase, no olviden alborotarse el pelo).

Total, que para Erfurt que nos fuimos españolita y españolito, a celebrar junto con la joven-de-cuerpo-y-espíritu chamana venezolana y con el resto de la comunidad internacional. Cada invitado llevó algo típico de su país, y allí se juntaron rollitos hindúes rellenos de carne argentina, hallacas venezolanas de maíz y pollo, chili con carne exquisito, nuestra siempre adorada tortilla de patata etc... Una cena sencillamente espectacular.

Avanzada la noche, el vino, las cervezas, las piñas coladas y los Gintonics (sin pepino, clavo, ni florituras) empezaron a mezclarse con el riego sanguíneo de los asistentes y, de repente, oigan, que desaparecieron las sillas y ahí estábamos todos en medio del salón bailando como si no hubiera vecinos, que los había.

En Alemania siempre llega la policía, te avisa, y si tienen que venir una segunda vez te multan... Pues en esta ocasión se presentaron con la tarjeta amarilla a las dos de la madrugada, pero ya estábamos todos tan extenuados de bailar, que yo creo que hasta lo agradecimos.

Y es que hubo tiempo de sobra para demostrar nuestros típicos bailes regionales: Sevillanas de arte y raza, con algún que otro tropiezo y paso inventado, pero con la carne de gallina con sólo escuchar la primera nota; danza árabe, pura plasticidad y embrujo de la mano o, mejor dicho, de la cintura de un encanto de persona proveniente de Marruecos; y sobre todo, mucho, mucho, mucho baile latino. Denle, denle al botón y a ver quién es el guapo/a de mis queridos lectores surrealistas que puede seguir el ritmo....

En fin, que una fiesta para el recuerdo, donde el sol brilló en todo su esplendor. Ver documento gráfico exclusivo de la fiesta.




Sé que muchos me piden que cuelgue fotos de los protagonistas de éste, nuestro querido y surrealista blog vital en un pueblecillo de Alemania... del Este, pero y digo yo:

¿Qué necesidad hay de romper el hechizo de su imaginación?

Cierro el post de esta semana tirado en mi balcón con una cervecita con limón en la mano y el sol dorando mi fino cutis facial... ¡Pararía el tiempo en este mismo instante! La 'kleine Ratte' reclama mi atención desde su hamaca en el Par-4, cantando su canción favorita, y llevo una hora diciéndole que ya bajo, así que creo que ahora, sí, tengo que bajar...

Allá donde estén, espero que les llegue algo de la energía positiva que siento en este momento.

Pasen una buena y marchosa semana

1 comentario:

  1. El contrapunto del Oeste9 de julio de 2013, 13:49

    :) ¡Cada vez que entonas el "marcha..." me viene a la mente el "fiesta, fiesta, queremos..." que se pedía, ante tanto teutón no-rumbero en la Ipod&espárragos 3.6!

    Por estos lares es ya sabiduría popular que una fiesta sin Polizei NO es una fiesta. Pero en alguna de nuestras primeras un amigo concluía: "¿Que si tienen que volver a decirnos que hacemos ruido son taitantos de multa? Con los que estamos... ¡venga, un par de Euros cada uno y que éstos señores se ahorren el segundo viaje!"

    ResponderEliminar

Expláyese con libertad y deje aquí su comentario: