* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

sábado, 8 de noviembre de 2014

... y la vida continuó.

Después del subidón del otro día con la maratón de Frankfurt, la vida volvió a la anormalidad característica del blog. Eso sí, estuve cuatro días con las piernas "cabreadas" conmigo por haberlas obligado a correr tantos kilómetros seguidos. Como castigo, las muy cabras superlativas se compincharon para no dejarme bajar escaleras. Ya me ven deslizándome como alma en pena asido a los barandados... Un cuadro.

Pero bueno, el esfuerzo mereció  la pena, que las acciones de energía plus plus cotizan muy caras y el otro día yo me llevé unos cuantos dividendos. De hecho, aún sigo disfrutando de ellos a pesar de la amiga "Estrés" que, oigan, le ha dado por quedarse en el pueblo. Yo no sé el qué habrá visto de atractivo.

La cuestión es que con "plus plus" y "Estrés" la vida continuó y, así como quien no quiere la cosa, este españolito cumplió 38 años. ¡Mol fort! Para celebrar mi alejamiento de la adolescencia dijimos, oye, ¡qué mejor que una "gulash-party" por todo lo alto con la comuna vecinal al completo!

Luces, cámaras, música a tope y... ¡acción!

Total, estábamos todos los vecinos reunidos, en plan jamás serán vencidos, así que no quedaba nadie por los alrededores de la villa que se pudiera quejar y llamar a la... "eins, zwei, Polizei". La tarde -la fiesta empezó a la una del mediodía- tuvo de todo, pero principalmente... bailamos y bailamos.


Les diré que una de las cosas que más ilusión me hizo de toda la celebración, además de comprobar la alegría reinante entre todos los allí presentes, fue la tarta que me regaló mi querida super abuelilla. La estrujé con un abrazo verdadero cargado de emoción. Y es que no es el valor material de las cosas lo que consigue romper la coraza de mi "Herz", ni mucho menos, sino la generosidad y el cariño percibido en cada mínimo detalle.

Izda: regalo de la super abuelilla. Dcha: Patatas riojanas a la alemana, vamos, un delicioso gulash de ternera.

Lo de la super abuelilla, de verdad, es de capítulo aparte. Es la vecina de enfrente que, desde hace ya un tiempo, viene a limpiar mi 1/3 de villa. Bueno, más que limpiar, les puedo asegurar que cuida de mí como si fuera su hijo. Cada semana me deja una carta y un ramo de flores nuevo. Les transcribo la primera de ellas traducida a mi manera. De esto hace ya un año:

"Querido Óscar:
El frigorífico estaba inundado porque el tapón de drenaje lo tenías obturado. No olvides que lo tienes que limpiar regularmente. La bolsa del aspirador está llena y no había recambios. Las flores de la cocina estaban muertas y te he puesto unas nuevas. El horno no se podía ni mirar por dentro. Las bolsas de la basura mejor que las tires tú..."

A la siguiente semana -de esto hace un año menos esa semana- estando tirado en el sofá con mi anda-que-no-tendrá-años pijama del pequeño Calvin, de repente suena el timbre. Abro y aparece la super abuelilla con un cargamento de produtos: bote para el café, trapos nuevos, fregona escurridora-centrifugadora con poderes mágicos, colección de limpia cristales. Les juro que lo flipé. Pensé:

- Madre, ¿dónde me he metido? o mejor dicho, ¿a quién he metido en mi casa? Me leyó la cartilla (y la factura) y ya me ven a mí:

- OK, danke, super.... ja, ja, danke. Alles klar. Ich mache es... Danke. Tschüss. Les traduzco:

- OK, gracias, super... sí, sí, gracias. Entendido. Lo haré... Gracias. Adiós.

Y la última -de esto hace sólo dos semanas- es que me está llenando el invernadero de flores. Oigan, que poco a poco va llegando el frío y hay que ponerse a resguardo; y sus flores no iban a ser menos.

Izda: última carta (lo del toro no tiene desperdicio); Dcha: "Wintergarten" o invernadero florido.

Pero, ¿saben qué? Un año después de pedirle a la abuelilla que viniera a poner un poco de orden en mi casa, estoy encantado de la vida. Y el fin de semana pasado, con la alegría del "gulash", así se lo hice saber, ya no sólo por la preciosa tarta que me regaló, sino por todos y cada uno de estos momentos compartidos.

Ya ven... empiezo hablando de una cosa y termino con otra. Aquí no hay orden, ni concierto. Si vas a Calatayud, pregunta por la Dolores...

Hoy, sábado soleado, he vuelto a salir a correr (desde la maratón mi piernas se habían negado) y las sensaciones han sido muy buenas. El entorno invariable: abuelillos y abuelillas paseando a orillas del río Hörsel y LA calle del centro de la "city" abarrotada de personas con un "Bratwurst" en la mano. Entenderán que a Dora se le vaya mucho la pinza, ¿oh?

En fin, me voy a tender la ropa.


1 comentario:

  1. No doy crédito!! Qué gran mujer, y qué bonica tienes la cocina! Lo del horno me ha "matao" jajaja

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