* La guía perfecta para no entender la vida de un expatriado, pero pueden intentarlo...

sábado, 28 de marzo de 2015

La aventura americana: un sueño

- Hola Conchita. ¿Me puedo hacer una foto contigo?

- Sí, claro. 

Flipo en colores (menos en verde y marrón). Estoy al lado -la foto posterior delataría que realmente la estoy apretujando del cuello como si se fuera a escapar- de la gran Conchita Martínez.

Uno ha tenido muy pocos ídolos en la infancia, más bien ninguno, pero reconozco que desde muy pequeño me enganché a la carrera tenística de Conchita Martínez: ejemplo de clase, trabajo y discreción.

Uy, la emoción me ha hecho empezar por el final, pero si les parece rebobinemos y comencemos por el principio. Nos adentramos en el espectacular centro tenístico de Indian Wells.

Pista central.
- ¡Good morning! Mi estado vacacional de felicidad me hace saludar a diestro y siniestro. ¡Good morning! La gente contesta con una sonrisa en la cara. Lo flipo en mi escala particular de colores. Y es que ya hace tiempo perdí la costumbre de recibir sonrisas anónimas de regalo.

- ¿Te has puesto crema protectora solar?

- No, no, gracias, que mi cuerpo está muy necesitado de sol y necesito el roce directo con el Astro Rey. Días después, mis labios y mi piel me recordarían semejante atrevimiento. Y es que no se olviden que hemos pasado de -5ºC a +35ºC.

Echamos a correr como si nos faltara tiempo. Qué nervios. No sabemos a qué pista ir. Todas las estrellas del firmamento tenístico se dan cita en Indian Wells y se encuentran en estos momentos jugando a nuestra vera, verita, vera... vera, vera de mi corazón.

No, si mi hermana tenía razón: 38 años, pero entre lo bien conservados de piel que estamos y la actitud chiquilla corredora que mostramos, parecemos adolescentes.

Llegamos a las pistas de entrenamiento. Así como si nada, se pone a entrenar a nuestro lado un serbio: Novak Djokovic. A su lado una suiza: Martina Hingis. Más allá observamos la típica excitación nipona, ordenada y respetuosa. Llegamos a la conclusión -agudeza visual- sobre la inminente presencia de Kei Nishikori. Más al fondo, excitación descontrolada de las de verdad (tampoco se vayan a pasar ustedes ahora de imaginación): una esbelta María Sharapova entrena en la pista más inaccesible rodeada de seguridad.

No damos abasto. -Y los españoles, ¿dónde juegan? Nos descargamos en el móvil la aplicación del torneo, la cual se convertirá a partir de ese momento y durante los próximos dos días en nuestra verdadera guía espiritual : -en las pistas 3, 4, 6 y 7.

- Joer, ¿por dónde empezamos? Venga, por la 3. David Ferrer lucha hasta la extenuación por su victoria. No somos los únicos españoles en la grada. ¡Olé el arte español! En la pista 7, Feliciano López saca su partido in extremis. Al término del mismo decide enseñar abdominales -ya que voy al gimnasio me luzco- y las chicas se lanzan en un intento desesperado e infructuoso por regalarle sus huellas dactilares. -Touch him!!

Volvemos a las pistas de entrenamiento. La decoración amarilla y roja de la grada anuncia la inminente llegada de un Tsunami: Rafa Nadal entra en la pista. La emoción se desborda entre el numerosísimo público presente. Gigantes pelotas de tenis amarillas reflejan la ilusión de cientos y cientos de niños por conseguir una firma de su ídolo. El colega -vamos Rafa- entrena como si nada. Eso sí, cuando termina de sudar la camiseta se acerca a la valla y satisface la excitación general.

Sonrío aliviado por los niños y reflexiono sobre lo buena persona que parece ser y profesional al mismo tiempo. Me imagino que es muy consciente de que una buena parte de su sueldo se basa en mantener viva la ilusión de los aficionados, que al fin y al cabo son los que atraen a todos sus sponsors. Aunque claro, le resulta imposible contentar a todos ellos.

Entre tantas pelotas, una gorra en un extremo de la valla llama mi atención. Un niño estrujado estira el brazo, gorra en mano, mientras observa que Nadal se va en la dirección contraria. El niño no pierde la esperanza y aguanta con el brazo estirado hasta el momento en el que Nadal desaparece de la pista. El niño baja la cabeza. Me entran ganas de bajar y firmarle la gorra yo mismo. -¡Vamos Rafa hombre, fírmale la gorra al niño! No me oye...

¿Ven al niño de la gorra? Me lo como...

La orgía tenística continúa.

Ana Ivanovic, un bellezón serbio ex-número 1 mundial, hace estiramientos ante el regocijo de todos sus fans.

- Ana, good luck. Le mando mis buenos deseos como si la conociera de toda la vida. Me mira, me sonríe y me devuelve un: - Thanks. Me entran ganas de darle mi número de teléfono. -Yo creo que ha habido "feeling". Percibo que mis niveles de adolescencia siguen muy altos.

Avanzamos. El futuro del tenis femenino español (Carla Suarez y Garbiñe Muguruza) se dan cita en la pista 9. Nos sentamos en primera fila. Es lo que tiene estar rodeado de estrellas. Todo el mundo va a ver a los más famosos y podemos disfrutar de un buen partido de tenis a pie de pista.

De repente mi amigo me dice:

- Óscar, gira la cabeza y mira quién está sentada cinco asientos a tu derecha.

Mi corazón -de normal muy bajo de pulsaciones- empieza a palpitar generosamente. No me lo puedo creer. Reflexionamos sobre la técnica de ataque. Qué técnica ni qué ocho cuartos. Cuál fan enloquecido - bueno, manteniendo la compostura- me levanto, me acerco y de manera muy espontánea le digo:

- Hola Conchita. ¿Me puedo hacer una foto contigo?

- Sí, claro. 

Un sueño hecho realidad. Ya ven, una simple foto. Los dos adolescentes ya entrados en años y henchidos de felicidad desaparecieron de escena entre tropezones y móvil que casi se cae al suelo, regalándole a la fotografiada palabras superlativas llenas de buenos deseos.

- Oye, ¿realmente existe la palabra placerazo?


De izquierda a derecha y de arriba a abajo:
Conchita Martínez (y mi mano); Ana Ivanovic; Kei Nishikori; Martina Hingis

Menudo día para el recuerdo. Si algo podía salir mal, desde luego no iba a suceder ese día.

Al final del mismo, la borrachera tenística, el sol y el "jet lag" (8h de diferencia) empezaron a pasar factura. Había que encontrar urgentemente la casa en el desierto donde íbamos a pasar la noche.

Continuará...




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Expláyese con libertad y deje aquí su comentario: